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Abstract / Resumen

Dos novelas publicadas en 2014 parecen dialogar en torno al tema de la función social de la arquitectura y del papel del artista –el creador, el escritor— en el seno de la sociedad en la que vive. Son Catálogo de formas, del argentino afincado en México, Nicolás Cabral (1975), y La trabajadora, de la sevillana instalada en Madrid Elvira Navarro (1978). La primera, una biografía ficcionalizada del arquitecto y pintor mexicano Juan O’Gorman, plantea una reivindicación de las vanguardias artísticas mientras La trabajadora describe los efectos psicológicos de la precarización laboral en una joven escritora española de clase media que debe trasladarse a un barrio surgido de la especulación durante el franquismo en la capital española y alquilar un cuarto del piso a una mujer extravagante. El individuo alienado del siglo XXI considerado como “resto social” se contrapone al artista de principios del XX que construye una biografía acorde con una ideología de emancipación de las clases desfavorecidas. Catálogo de formas responde a la pregunta que encierra La trabajadora: ¿qué ha sido de la arquitectura con intención social? Ambas novelas se oponen en su manera de plantear el género novela: entre la autoficción y el impulso utópico de las vanguardias.

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